7. El libro de la Luna
A lo largo de la historia de la humanidad, el número de experiencias vitales comunes a todos los habitantes de la Tierra que han permanecido constantes durante el transcurrir de los siglos no es excesivamente alto. Quizás se limite a las funciones biológicas fundamentales, e incluso aunque sigamos comiendo, la mayoría de humanos ya no cazamos para conseguir alimento; aunque sigamos teniendo sexo, los usos y costumbres han cambiado tanto que lo único que conservamos de cómo copulaban nuestros antepasados remotos es lo más básico; aunque sigamos muriendo, también los rituales de enterramiento se han modificado considerablemente a lo largo del tiempo. Sin embargo, hay algo que no ha cambiado desde que los primeros humanos poblaban la Tierra. Ellos, durante la noche, exactamente igual que nosotros, miraban al cielo y veían la Luna. Una Luna, además, que no ha sufrido ninguna transformación perceptible desde entonces.
Fatoumata Kébé cuenta en El libro de la Luna cómo la fascinación por este astro ha caracterizado a todas las sociedades que han poblado la Tierra desde el principio de los tiempos. Ya se pueden encontrar representaciones de la Luna en las pinturas rupestres de las cuevas de Lascaux. También se encuentran menciones explícitas a la Luna en las tablas de arcilla sumerias, que constituyen la prueba de lenguaje escrito más antigua que existe. Según Kébé, la Luna es el origen de todos los mitos, de todas las religiones y ha reconfortado e inquietado a los humanos desde el principio de los tiempos. Es por eso que se le antojó imprescindible escribir un libro sobre su historia, además desde una perspectiva multidisciplinar, que mezcla mitología, astronomía e historiografía para tratar de ofrecer una visión de qué ha representado este astro para la humanidad, habiéndola acompañado desde el principio.
La existencia de la Luna es fundamental para la Tierra desde al menos dos puntos de vista. En primer lugar, por la influencia que ejerce sobre nuestro planeta desde una perspectiva geológica, física, en lo que tiene que ver con la naturaleza. Sin la Luna, nuestras noches serían prácticamente negras, el clima sería extremo en todo el planeta y las mareas sufrirían alteraciones impredecibles (quizás sin Luna no existirían los Países Bajos, porque no todo iba a ser malo). Y lo más importante: sin la Luna, las crías de tortuga, que se guían por los reflejos de este astro en el mar para detectar hacia dónde deben avanzar una vez salen de su cascarón, no tendrían ningún punto de referencia y sufrirían lo indecible para sobrevivir.
En segundo lugar, la Luna es fundamental para los humanos por lo que significa para nosotros como especie. Vale la pena que reproduzca un párrafo del libro:
En la oscuridad, refleja. La Luna es el espejo de nuestros sueños, el reflejo de nuestras esperanzas y la sombra de nuestros miedos. Es nuestra doble imaginaria, el primer astro que los primeros hombres vieron jamás, el primero que descubrieron. Es única y está sola: la Luna es el único satélite natural de la Tierra. Y la Tierra es a su vez el único planeta del sistema solar que solo posee un satélite.
Quizás es por eso que la Luna está tan presente en la configuración de nuestra cultura, que es, al final, parte de lo que nos hace humanos. Por poner algunos ejemplos: en muchos idiomas el lunes es, desde el punto de vista lingüístico, el día de la luna. Es muy evidente en las que el nombre de este día de la semana conserva la misma raíz que en español: en italiano, lunedì, en francés, lundi, en rumano, luni y en catalán, dilluns. Pero también ocurre en inglés y en alemán, ya que Monday y Montag vienen de moon y Mond. La Luna, además del lenguaje, ha contribuido a forjar nuestros mitos. Los licántropos se transforman en lobos las noches de luna llena y es entonces también cuando Drácula alcanza la plenitud de su poder. Una de las primeras películas de la historia, además, fue Viaje a la Luna, de George Méliès. Si es que la fascinación por este satélite ha ejercido influencia hasta en la jardinería: en diferentes regiones francesas, se asume que nunca se debe plantar nada en días de luna nueva y que las judías han de sembrarse siempre tras la luna llena.
Como decía al principio, la Luna que observamos hoy es la misma que observaban los primeros humanos. Y no es una forma de hablar: los meteoritos que desde hace miles de millones de años impactan contra la Luna son tan escasos y tan pequeños que la apariencia del satélite, visto desde la Tierra, no ha sufrido la más mínima modificación desde los tiempos de los dinosaurios. Mirar a la Luna es, por tanto, lo más parecido que podemos hacer a mirar al pasado. Y el libro de Fatoumata Kébé nos ayuda a mirarla mejor.
Qué leer
Después del Sol y la Luna, Venus es el astro más fácilmente perceptible desde la Tierra. Los humanos lo han observado, igual que los dos primeros, desde tiempos prehistóricos. En busca de Venus, de Andrea Wulf, es el relato de la primera gran aventura científica que implicó una colaboración internacional a gran escala: el estudio del tránsito de Venus de 1761. Para observar el fenómeno astronómico, cientos de científicos de todo el mundo se repartieron por los lugares más remotos de la Tierra con el objetivo de medir la distancia que existe entre Venus y nuestro planeta. Por hacernos una idea de la importancia de la gesta: el último tránsito se produjo en 2012 y, para ver el siguiente, tendríamos que vivir hasta el año 2117.
No puedo hablar de aventuras astronómicas sin mencionar El final de la aventura, de Antonio García Maldonado. En este ensayo, reflexiona, entre otras cosas, sobre cómo las grandes aventuras colectivas como la del tránsito de Venus, entendidas como «las empresas que aúnan la búsqueda particular con el ensanchamiento del horizonte colectivo», hoy ya no existen. Es un libro que se te queda semanas en la cabeza.
Qué ver
Próxima, de Alice Winocour, no es una película sobre la Luna. Realmente, en esencia, tampoco es una película sobre la exploración espacial. Es una película sobre la maternidad y las relaciones familiares. Pero como está protagonizada por una astronauta que viajará a Marte y, encima, no trabaja en la NASA sino en la Agencia Espacial Europea, pues me parece imprescindible recomendarla. Se puede ver en Filmin.